A menos que viva en una cueva, seguramente habrá notado el aumento del coste de la vida, que abarca desde la gasolina y la energía hasta las necesidades cotidianas como el pan y la leche. La economía se ha tensado, lo que ha provocado un aumento del precio de los servicios, los recursos y los productos básicos. Además, el coste del vino también ha subido.
La industria del vino depende de varios sectores industriales.
Si se piensa en ello, sin el vino se utilizaría muy poco el corcho, la industria de las botellas de vidrio se reduciría enormemente, la impresión de etiquetas y cápsulas disminuiría, y no se necesitarían barricas de roble ni depósitos de acero inoxidable para la fermentación y el envejecimiento... y estos son sólo algunos de los ejemplos obvios.
Hay muchas razones para el aumento de los precios, pero en lo que respecta al vino, la lucha por encontrar algunos de los materiales esenciales proviene del periodo en que el mundo estuvo parado durante unos meses debido a la pandemia. La interrupción de la producción y el hecho de que las fábricas de todo el mundo se vieran obligadas a cerrar (y a enviar a sus empleados a casa), hicieron mella en la cadena de suministro. Sin embargo, la naturaleza no se detiene, por lo que el año 2020 ofreció otra cosecha. Aunque muchas bodegas pudieron trasladar sus existencias y almacenar el vino en cubas, tanques y barriles durante la pandemia, la cadena de suministro se tambaleó cuando llegó el momento de embotellar, etiquetar y encorchar los vinos.
Desde el verano de 2021, todas las bodegas que he visitado me han contado historias de terror sobre cómo es casi imposible comprar botellas, o que las etiquetas se han retrasado 4 meses, etc. Aquí es donde entran en juego las reglas básicas de la oferta y la demanda. Cuando no hay suficiente mercancía disponible y la demanda es alta... lo has adivinado, ¡los precios suben! Y vaya si han aumentado. ¡Algunas bodegas recibieron cotizaciones de oferta que sólo eran válidas durante 24 horas, y después de ese tiempo el precio aumentaba aún más!
Otro factor influyente y que juega un papel importante en este juego es el transporte. La subida de las tarifas de la gasolina también tiene la culpa de los euros de más que hay que pagar por el vino de todos los días en el supermercado. Las empresas de transporte están sometidas a una gran presión, y trasladar el vino de un lado a otro es costoso, sobre todo si tenemos en cuenta que el peso medio de una botella de vino es de 1,2 kg, lo que la convierte en una carga pesada y delicada.
Entonces, ¿cómo nos afectan todos estos factores a los consumidores de vino?
- El primer efecto de toda esta locura global se notará en nuestros bolsillos.
Las bodegas tienen que subir sus tarifas para cubrir los costes adicionales. Al mismo tiempo, las empresas de distribución tienen que asegurarse de no perder también, así que hay un doble "golpe" aquí. Sin embargo, un factor particular que no me parece bien es que muchos productores han subido el precio de todos sus vinos, sin tener en cuenta que sus añadas anteriores estaban sometidas a precios "normales". Por ejemplo, si este año se vende una añada de 2019, ¿por qué tiene que subir de precio esa añada si los materiales utilizados eran más baratos entonces?
- Otro factor será el retraso en la entrega de los vinos.
Si una bodega no puede encontrar etiquetas, botellas o corchos, la disponibilidad de la nueva añada se verá, en consecuencia, retrasada.
- También he observado un cambio estético.
El formato de las botellas puede cambiar en función de lo que esté disponible en el mercado, por lo que la añada de 2020 que compró anteriormente puede aparecer en una botella de forma completamente diferente este verano.
- Debido a la actual incertidumbre económica, muchos distribuidores están comprando menores cantidades de vino o reduciendo sus catálogos (lo que significa que se "desharán" de algunas de las bodegas con las que han trabajado anteriormente). El resultado es que puede resultar más difícil comprar algunos de los vinos que le gustan, especialmente cuando se trata de vinos de alta gama.
- Lamentablemente, todas estas medidas probablemente harán que el consumidor medio compre vinos más baratos. Y, en consecuencia, esto pondrá al pequeño productor centrado en la calidad "en el ojo del huracán".
El vino es muy sensible a los cambios de precio. La popularidad, la demanda y la escasez ya dificultan a muchos consumidores el disfrute de algunos de los mejores vinos del mundo, y una vez que esos precios suben, nunca bajan. Esta es otra de mis preocupaciones. La repentina subida puede entenderse si se tiene en cuenta la situación actual, pero ¿qué ocurrirá cuando o si las materias primas y la cadena de suministro vuelvan a la "normalidad" anterior a la pandemia? ¿Se reducirán los precios de los vinos? Creo que deberían, pero lamentablemente no veo que eso ocurra. Nunca he visto que un buen vino vuelva a bajar de precio a lo largo de mi carrera.
Mi sugerencia, como siempre, es seguir bebiendo el vino de buena calidad que se pueda permitir. En estos tiempos extraños, ésta será la mejor opción para usted.
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